Me parece que regularmente es necesario cuestionar las propias creencias sobre la pedagogía de la educación musical.
Eso no significa necesariamente que tengamos que cambiarlas todos los días.
Se trata más bien de revisar o hacer balance de lo que creemos que es esencial para nuestras acciones, de lo que puede cambiar con el tiempo, de dónde trabajamos y, sobre todo, de las personas con las que trabajamos.
Como en cada uno de mis artículos sobre pedagogía, me cuido de no ofrecer respuestas definitivas. Eso no me impide ofrecer mi propia experiencia personal, que a su vez evoluciona con el tiempo…
¿Qué es una condena? Algunas definiciones:
Definiciones del diccionario Larousse :
- Estado de ánimo de alguien que cree firmemente en la verdad de lo que piensa; certeza.
- Principio, idea que es fundamental para alguien (sobre todo en plural)
- Conciencia de la importancia, utilidad y validez de lo que hacemos; seriedad.
Definiciones en el diccionario Robert :
- Certeza basada en pruebas claras.
- Opinión firme.
Diccionario de la Academia Francesa :
- La sensación que se tiene de la verdad de un hecho o de la corrección de una opinión o principio; la certeza resultante.
- Por extensión. El fuerte sentimiento que se desprende de tal certeza.
¿Qué se deduce de estas definiciones?
Una relación más o menos densa entre las ideas, los hechos y los sentimientos resultantes.
Parece evidente que un educador corre el riesgo de ser ineficaz si no está convencido de lo que aplica o recomienda.
También está claro que nos puede convencer una idea sin que esté respaldada por hechos materiales. Esto nos lleva de nuevo a la cuestión del ideal.
A partir de ahí, es el sentimiento de que esa idea es verdadera lo que la convierte en una convicción, cuya base subjetiva puede ponerse en tela de juicio.
Por el contrario, la palabra «convicción» se asocia a menudo a un hecho irrefutable: una «prueba».
¿La relación con la educación musical?
Creo que es interesante identificar la naturaleza de nuestras convicciones desde un punto de vista pedagógico: cuáles se basan en hechos materiales y cuáles en ideas. En ambos casos, están sujetas a cambios.
- Convencidos por los hechos: se refiere a la objetividad de las observaciones de estos hechos.
El hecho de que «siempre lo hemos hecho así» o «he visto a mi profesor hacerlo así» no significa que esta forma de hacer las cosas deba darse por sentada y convertirse en un punto de referencia. Todo es cuestión de contexto. - Convencidos por las ideas: las ideas son los elementos más inestables. Como dice el refrán, «sólo los tontos se aferran a sus ideas». Una idea que nunca se cuestiona se convierte en un dogma que implica obligaciones que hay que respetar para pertenecer a una determinada comunidad.
¿Qué tiene esto que ver con la propuesta pedagógica de Edgar Willems?
A Willems le gustaba describirse a sí mismo como un «fenomenólogo», es decir, un observador de los hechos observados.
Al basar su trabajo en el análisis de la naturaleza humana en relación con el análisis de los elementos constitutivos de la música, constata las diferencias entre los componentes y observa también los efectos de las múltiples interacciones que se generan. A la luz de estas observaciones, elige y recomienda las asociaciones más pertinentes o eficaces para ayudar al ser humano a crecer hacia un mayor bienestar y un mejor equilibrio.
Llegó a hablar de «Métodos» en plural, porque podían ser diferentes según los temas de que se tratara.
Prefería decir que es necesario «tener un método» para enseñar educación musical, es decir, que es necesario haber previsto el desarrollo de una lección y una progresión. En esto se inscribía en una larga corriente de pensamiento pedagógico y filosófico sobre la que había investigado mucho.
Para él, no se trataba de hacer borrón y cuenta nueva.
Fue cuestionando sus observaciones como buscó otras formas de mejorar los resultados, y estas preguntas le llevaron a analizar las fuentes: la naturaleza humana, la naturaleza de la música y su relación.
No está prohibido pensar y actuar de forma diferente. Naturalmente, las consecuencias serán diferentes.
¿Por qué elegir esta forma de pensar en lugar de otra? Depende del individuo, de su disposición a aceptar un punto de vista diferente y de su capacidad para cuestionarlo. Es mejor evitar imponer un juicio moral sobre esta elección.
En otras palabras, otros métodos de enseñanza distintos de los sugeridos por Willems pueden adaptarse mejor a otros tipos de personalidad, permitiéndoles desarrollar todo su potencial. En este sentido, los métodos de enseñanza suelen ser complementarios.
He estudiado los libros de otros grandes pedagogos del siglo XX, pero nunca he practicado otra cosa que el «método Willems». Me parecía más completo, tanto en su planteamiento global como en sus detalles, comparando siempre la idea con su aplicación práctica. Y esta experiencia me ha permitido evolucionar a lo largo de mi carrera, y renovarme en la manera de dirigir los cursos, por el hecho mismo de que en ellos participan personas diferentes, que a su vez evolucionan constantemente.
Para concluir con una fórmula: «Sí a la reflexión sobre el método. No al dogma».